El patriarcado nos hace daño a todos, y Barbie (2023, dir. Greta Gerwig) lo describe claramente.
Fuimos a ver la película de Greta Gerwig Barbie el fin de semana y, sinceramente, me sorprendió lo mucho que me enganchó: es una película divertida y entretenida, pero donde realmente me cogió por sorpresa es en la tridimensionalidad y el matiz que aplica a la división hombre-mujer en la película, y especialmente el cuidado que extiende a sus personajes masculinos.
Como hombre gay y especialmente como trans, a menudo me dejan un poco frío las exploraciones de algunas películas sobre la dinámica de género – a menudo acaban simplificando los roles de género a un simple binario en el que hombres y mujeres existen como bloques homogéneos de la sociedad, asumiendo que todos los hombres son masculinos, todas las mujeres son femeninas, y asumiendo que todos ellos son cis y heterosexuales.
Barbie es refrescante por varias razones – no hay muchas películas en las que el personaje femenino titular proclame con orgullo que no tiene vagina – pero una cosa que realmente me llamó la atención fue la variedad en los personajes masculinos y la forma en que la película critica realmente el patriarcado al tiempo que se da cuenta de las formas en que el patriarcado perjudica a los hombres de forma similar a como perjudica a las mujeres.
Sinceramente, me sentí muy vista y reflejada en el personaje de Allan, que existe muy al margen de las expectativas que los Kens cishet proyectan unos sobre otros, y aunque la película no explora en profundidad las relaciones queer más allá de las descaradas vibraciones gays entre Barbie y Gloria, es realmente inusual ver tantos personajes con un código queer en una película como ésta, sobre todo tantos masculinos.
Ken es besado en las mejillas por sus compañeros Kens; hay múltiples Kens con vibraciones queer; dos de los hombres de negocios se cogen de la mano mientras corren detrás de Barbie. En general, la película no somete a sus personajes masculinos a las mismas expectativas estrictas de masculinidad cishet que tantas películas tienen – y hay un juego inherente con el género de cada personaje masculino en esta película.
Al verla se tiene la sensación de que parte de la maravilla del mundo es que existe en las mentes de los niños que juegan con él, que aún no está contaminado por el enfoque a menudo obsesivo que muchos adultos cishet tienen con los roles binarios de género.
